¿Quiénes son los patoteros en Sociales?
Respuesta a la vergonzosa campaña de la UES
Seguramente no es necesario ponerlos al tanto de los incidentes que se produjeron en nuestra facultad el pasado 25 de octubre y de sus posteriores repercusiones. Es en este marco que se desenvuelve la cínica campaña de difamación que la organización UES, una de las tantas astillas del aparato pejotista, está llevando adelante contra mi persona. Las acusaciones van desde comandar una inexistente "patota golpeadora" hasta el intento de homicidio, pasando por una rememoración de mis supuestos "antecedentes violentos". Mas allá de la obvia reserva de las acciones legales ante semejantes calumnias, está claro que esto amerita una respuesta política.
En primer lugar conviene no sobreestimar la relevancia de los individuos. El objetivo de esta campaña descarada no tiene nombre propio, el blanco del ataque es la organización del movimiento docente y estudiantil en su conjunto. Es por eso que los que realizan esta campaña sucia son la única corriente que se mantiene al margen del Centro de Estudiantes y boicotea su organización, llegando al extremo de organizar un "centro paralelo"; y es por eso también que ante este nuevo accionar mafioso reciben el repudio de más de 20 agrupaciones estudiantiles de la facultad (la totalidad a excepción de la UES) y de la Comisión Directiva del CECSo en pleno. En la misma tónica atacan a nuestra organización gremial, la AGD-UBA, la única que ha encabezado la lucha por nuestras reivindicaciones en los últimos años señalándola con total descaro como parte de un supuesto "aparato político" de "militantes profesionales" cómplices de la "patota golpeadora". No hace falta decir mucho más para desentrañar los objetivos políticos de la verdadera patota que existe en esta facultad, la UES: desde su aterrizaje en Sociales han sido la punta de lanza del ataque a nuestras organizaciones gremiales y han trabajado sistemáticamente por el debilitamiento de toda lucha en defensa de la educación pública.
Sobre los hechos sucedidos el 25 el octubre la declaración del Centro de Estudiantes antes citada explica la mayor parte de los hechos. Sólo resta decir que ese día me encontraba en la facultad compartiendo una actividad militante con compañeros estudiantes y docentes cuando, con sus habituales métodos patoteriles, la UES vino a dejarnos en claro que ellos iban a realizar una fiesta el día sábado, si era necesario garantizándolo con la fuerza, aún contra el consenso establecido en el centro de estudiantes que otorgaba esa fecha a otra agrupación. A las amenazas, como ya es común en la práctica de este grupo, siguieron las agresiones y la provocación de una pelea. De esta situación fueron testigos compañeros y compañeras del más variado arco político. En ese momento yo me encontraba con mis compañeros de militancia, no comandando una inexistente patota, ni con cadenas, sino intentando evitar el desenlace de una situación de violencia propuesta por la UES que ponía en riesgo la integridad física de estudiantes que son mis compañeros. Llegado este punto resulta obvia una conclusión: como Coordinador Técnico de la Carrera de Sociología tal vez hubiera resultado lo más prudente retirarme antes de que pudiera generarse cualquier situación violenta; como militante que soy desde los 18 años, con la amenaza formulada por la UES en esos momentos contra compañeros de distintas agrupaciones con los que me unen afectos y también anhelos comunes, mi convicción fue que, una vez más, tenía que estar con ellos. Lamentablemente, esta política de matonaje y provocación, dejó el triste saldo de algunos estudiantes con heridas de diversa consideración. Saldo cuya responsabilidad compete a los impulsores de estos métodos, pero también a quienes los han apañado durante todo este tiempo. Los hechos se esclarecerán finalmente y ese es, interpreto, el deseo de los docentes, estudiantes y no docentes de mi facultad, que no queremos ver más estas prácticas patoteriles. Sin embargo, está claro que entre la prudencia que aconseja el cargo de coordinador técnico y el compromiso militante con mis compañeros mi opción fue clara y definitiva. Es así que he tomado la decisión de renunciar a dicho cargo, por un lado para evitar que la Dirección de la Carrera de Sociología sea presa también de esta campaña de calumnias y difamaciones (cosa difícil porque para estos patoteros parece constituir el "eje del mal" junto a la AGD y el Centro de Estudiantes), y por el otro para dar con total libertad, sin los condicionantes que impone un lugar institucional, la discusión política como militante del campo popular que soy.
Me queda decir que estos lamentables sucesos no cayeron del cielo. Que hace años que en nuestra facultad somos muchos los que venimos advirtiendo sobre el accionar de este grupo mafioso. Que cuando se les permitió entrar al escrutinio de las últimas elecciones obligatorias de la facultad (2007) con matones armados, que en el aula 100 ostentaron su "arsenal" ante el propio decano, y que cuando esto fue apañado y justificado por algunos funcionarios de la actual gestión se sentó un precedente nefasto. Que ahí hay responsabilidades institucionales que nunca se deslindaron. Que aquel hecho quedó impune, y lamentablemente teniendo en cuenta el paso del tiempo parece que así quedará. Que cuando el pasado martes, luego de la reunión de Consejo Directivo, los militantes de UES increparon a consejeros y funcionarios y amenazaron al propio decano Federico Schuster, nos volvieron a recordar a todos cuál es la patota que actúa en esta facultad. Que ante todos estos hechos el Gobierno de la Facultad tiene la responsabilidad institucional de garantizar la seguridad de los compañeros docentes y estudiantes que son permanentemente amenazados por este grupo.
Finalmente se me "reprocha" haber sido el primer estudiante (junto a Sergio Salgado) llevado a juicio oral en democracia, por haber participado de una movilización masiva contra el fraude electoral orquestado por la corrupta Franja Morada y la otrora gestión de esta facultad, allá por el año 1999. Antecedentes estos que en todo caso me enorgullecen, porque en aquel juicio como en esta campaña infame, lo que se ataca no es a una persona sino a la lucha y la organización del movimiento universitario. Aquella vez logramos la absolución de ambos compañeros tanto por la enorme evidencia jurídica presentada, como por la movilización y la solidaridad de un enorme espectro político. Tengo la más plena confianza en que esta nueva ofensiva mafiosa de elementos vinculados al gobierno nacional terminará en su derrota y en la erradicación definitiva de estas prácticas dentro de nuestra facultad. Dentro de una Universidad de Buenos Aires estancada y sin proyecto de transformación, desfinanciada y dirigida por una elite prebendaria y corrompida, el conservadurismo, la mezquindad y la conveniencia individualista parecen ser los mejores consejeros. Esta universidad, sostenida por el esfuerzo de docentes, estudiantes y no docentes, tiene sin embargo "otro posible", un posible construido por los que trabajamos día a día en ella y no por los que hacen fortuna a su costa, un futuro junto a nuestro pueblo, con nuestras luchas, nuestros sueños y también, por que no, nuestros dolores que aún son demasiados.
Los compañeros estudiantes que el sábado pasado se vieron involucrados por la UES en esta situación de violencia, jamás vinieron ni vendrán armados a la facultad, jamás trajeron matones ni patotas ni las traerán, y esto responde a un compromiso político y personal: no lo harán porque sus convicciones, sus sueños y sus ideales son los de una sociedad despojada de toda esa basura, de una política bastardeada y convertida en herramienta de aparatos, caudillo y politiqueros, usada en contra del de abajo, en contra del ninguneado, en contra del despojado y el oprimido. No sé si esa sociedad que soñamos existirá algún día, pero sí sé que los compañeros que luchamos por ella tenemos la obligación ética de intentar otra política, de construir nuevas relaciones, de prefigurar otras pasiones y otros sentimientos.
Gracias finalmente a todos los que en estos días se acercaron, acercaron su mano, su apoyo, su aliento, y sobre todo su compromiso de lucha. A mis compañeros simplemente gracias.
Nos seguiremos viendo en la lucha.
Martín Ogando, Docente de Ciencias Sociales
Avellaneda, 30 de octubre de 2008
Respuesta a la vergonzosa campaña de la UES
Seguramente no es necesario ponerlos al tanto de los incidentes que se produjeron en nuestra facultad el pasado 25 de octubre y de sus posteriores repercusiones. Es en este marco que se desenvuelve la cínica campaña de difamación que la organización UES, una de las tantas astillas del aparato pejotista, está llevando adelante contra mi persona. Las acusaciones van desde comandar una inexistente "patota golpeadora" hasta el intento de homicidio, pasando por una rememoración de mis supuestos "antecedentes violentos". Mas allá de la obvia reserva de las acciones legales ante semejantes calumnias, está claro que esto amerita una respuesta política.
En primer lugar conviene no sobreestimar la relevancia de los individuos. El objetivo de esta campaña descarada no tiene nombre propio, el blanco del ataque es la organización del movimiento docente y estudiantil en su conjunto. Es por eso que los que realizan esta campaña sucia son la única corriente que se mantiene al margen del Centro de Estudiantes y boicotea su organización, llegando al extremo de organizar un "centro paralelo"; y es por eso también que ante este nuevo accionar mafioso reciben el repudio de más de 20 agrupaciones estudiantiles de la facultad (la totalidad a excepción de la UES) y de la Comisión Directiva del CECSo en pleno. En la misma tónica atacan a nuestra organización gremial, la AGD-UBA, la única que ha encabezado la lucha por nuestras reivindicaciones en los últimos años señalándola con total descaro como parte de un supuesto "aparato político" de "militantes profesionales" cómplices de la "patota golpeadora". No hace falta decir mucho más para desentrañar los objetivos políticos de la verdadera patota que existe en esta facultad, la UES: desde su aterrizaje en Sociales han sido la punta de lanza del ataque a nuestras organizaciones gremiales y han trabajado sistemáticamente por el debilitamiento de toda lucha en defensa de la educación pública.
Sobre los hechos sucedidos el 25 el octubre la declaración del Centro de Estudiantes antes citada explica la mayor parte de los hechos. Sólo resta decir que ese día me encontraba en la facultad compartiendo una actividad militante con compañeros estudiantes y docentes cuando, con sus habituales métodos patoteriles, la UES vino a dejarnos en claro que ellos iban a realizar una fiesta el día sábado, si era necesario garantizándolo con la fuerza, aún contra el consenso establecido en el centro de estudiantes que otorgaba esa fecha a otra agrupación. A las amenazas, como ya es común en la práctica de este grupo, siguieron las agresiones y la provocación de una pelea. De esta situación fueron testigos compañeros y compañeras del más variado arco político. En ese momento yo me encontraba con mis compañeros de militancia, no comandando una inexistente patota, ni con cadenas, sino intentando evitar el desenlace de una situación de violencia propuesta por la UES que ponía en riesgo la integridad física de estudiantes que son mis compañeros. Llegado este punto resulta obvia una conclusión: como Coordinador Técnico de la Carrera de Sociología tal vez hubiera resultado lo más prudente retirarme antes de que pudiera generarse cualquier situación violenta; como militante que soy desde los 18 años, con la amenaza formulada por la UES en esos momentos contra compañeros de distintas agrupaciones con los que me unen afectos y también anhelos comunes, mi convicción fue que, una vez más, tenía que estar con ellos. Lamentablemente, esta política de matonaje y provocación, dejó el triste saldo de algunos estudiantes con heridas de diversa consideración. Saldo cuya responsabilidad compete a los impulsores de estos métodos, pero también a quienes los han apañado durante todo este tiempo. Los hechos se esclarecerán finalmente y ese es, interpreto, el deseo de los docentes, estudiantes y no docentes de mi facultad, que no queremos ver más estas prácticas patoteriles. Sin embargo, está claro que entre la prudencia que aconseja el cargo de coordinador técnico y el compromiso militante con mis compañeros mi opción fue clara y definitiva. Es así que he tomado la decisión de renunciar a dicho cargo, por un lado para evitar que la Dirección de la Carrera de Sociología sea presa también de esta campaña de calumnias y difamaciones (cosa difícil porque para estos patoteros parece constituir el "eje del mal" junto a la AGD y el Centro de Estudiantes), y por el otro para dar con total libertad, sin los condicionantes que impone un lugar institucional, la discusión política como militante del campo popular que soy.
Me queda decir que estos lamentables sucesos no cayeron del cielo. Que hace años que en nuestra facultad somos muchos los que venimos advirtiendo sobre el accionar de este grupo mafioso. Que cuando se les permitió entrar al escrutinio de las últimas elecciones obligatorias de la facultad (2007) con matones armados, que en el aula 100 ostentaron su "arsenal" ante el propio decano, y que cuando esto fue apañado y justificado por algunos funcionarios de la actual gestión se sentó un precedente nefasto. Que ahí hay responsabilidades institucionales que nunca se deslindaron. Que aquel hecho quedó impune, y lamentablemente teniendo en cuenta el paso del tiempo parece que así quedará. Que cuando el pasado martes, luego de la reunión de Consejo Directivo, los militantes de UES increparon a consejeros y funcionarios y amenazaron al propio decano Federico Schuster, nos volvieron a recordar a todos cuál es la patota que actúa en esta facultad. Que ante todos estos hechos el Gobierno de la Facultad tiene la responsabilidad institucional de garantizar la seguridad de los compañeros docentes y estudiantes que son permanentemente amenazados por este grupo.
Finalmente se me "reprocha" haber sido el primer estudiante (junto a Sergio Salgado) llevado a juicio oral en democracia, por haber participado de una movilización masiva contra el fraude electoral orquestado por la corrupta Franja Morada y la otrora gestión de esta facultad, allá por el año 1999. Antecedentes estos que en todo caso me enorgullecen, porque en aquel juicio como en esta campaña infame, lo que se ataca no es a una persona sino a la lucha y la organización del movimiento universitario. Aquella vez logramos la absolución de ambos compañeros tanto por la enorme evidencia jurídica presentada, como por la movilización y la solidaridad de un enorme espectro político. Tengo la más plena confianza en que esta nueva ofensiva mafiosa de elementos vinculados al gobierno nacional terminará en su derrota y en la erradicación definitiva de estas prácticas dentro de nuestra facultad. Dentro de una Universidad de Buenos Aires estancada y sin proyecto de transformación, desfinanciada y dirigida por una elite prebendaria y corrompida, el conservadurismo, la mezquindad y la conveniencia individualista parecen ser los mejores consejeros. Esta universidad, sostenida por el esfuerzo de docentes, estudiantes y no docentes, tiene sin embargo "otro posible", un posible construido por los que trabajamos día a día en ella y no por los que hacen fortuna a su costa, un futuro junto a nuestro pueblo, con nuestras luchas, nuestros sueños y también, por que no, nuestros dolores que aún son demasiados.
Los compañeros estudiantes que el sábado pasado se vieron involucrados por la UES en esta situación de violencia, jamás vinieron ni vendrán armados a la facultad, jamás trajeron matones ni patotas ni las traerán, y esto responde a un compromiso político y personal: no lo harán porque sus convicciones, sus sueños y sus ideales son los de una sociedad despojada de toda esa basura, de una política bastardeada y convertida en herramienta de aparatos, caudillo y politiqueros, usada en contra del de abajo, en contra del ninguneado, en contra del despojado y el oprimido. No sé si esa sociedad que soñamos existirá algún día, pero sí sé que los compañeros que luchamos por ella tenemos la obligación ética de intentar otra política, de construir nuevas relaciones, de prefigurar otras pasiones y otros sentimientos.
Gracias finalmente a todos los que en estos días se acercaron, acercaron su mano, su apoyo, su aliento, y sobre todo su compromiso de lucha. A mis compañeros simplemente gracias.
Nos seguiremos viendo en la lucha.
Martín Ogando, Docente de Ciencias Sociales
Avellaneda, 30 de octubre de 2008
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